La historia de la vida de una especie es un cúmulo de acontencimientos en los que se optima el costo-beneficio entre desarrollo, supervivencia y reproducción. En la ecuación de la estrategia se incluyen factores como el número de descendientes, la cantidad de energía que deben invertir en su cuidado y la edad a la que se genera la reproducción.
Aquellos animales que optan por una reproducción tardía pueden tener un mayor número de descendientes, los que son más sanos y les pueden proveer de mejor cuidados. Al paso que aquellos que optan por una reproducción a edades tempranas tienen menores posibilidades de fallecer sin dejar descendencia.
Generalmente las especies de vida corta frecuentemente se reproducen de forma temprana, al paso que las longevas tenderá a retrasar su reproducción.
Entre los animales que optan por reproducirse a temprana edad se halla los peces pequeños como los ‘guppys’, que no alcanzan un tamaño suficientemente grande para defenderse de sus predadores. Por su lado, los peces más grandes, como el tiburón, emplean su energía para medrar hasta un tamaño que les proporciones una mayor protección, retrasando la reproducción, lo que agrega un mayor peligro de fallecer ya antes de reproducirse.
Estrategia ‘r’
Los organismos que tienen un hábitat inestable tienen una tasa de reproducción elevada, generando un gran número de crías, en las que hay una alta mortalidad ya que carecen de cuidados paternos. Este género de estrategia reproductiva es propia de animales de tamaño pequeños, de edad corta y de reproducción temprana.
Esta estrategia de supervivencia se conoce como ‘r’ y es la propia de seres vivos que viven en charcas, rocas desnudas, zonas polares, desiertos… donde habitan bacterias, protozoos y animales pequeños. Si nos centramos en los peces, hallamos que peces pelágicos bañistas como la sardina o la anchoa son estrategas ‘r’.
Estrategia ‘k’
En el otro extremo nos hallamos con la llamada estrategia ‘k’, propia de animales que viven en entornos estables, con una tasa reproductiva baja y que generan un pequeño número de crías a las que los progenitores dedican enormes cuidados, reduciendo la mortalidad. Esta estrategia puede parecer, a priori, más triunfante, aunque hace a la especie más frágil a la fortuna que puedan correr un pequeño número de individuos.
Entre los estrategas ‘k’ hallamos al rinoceronte, la jirafa, los elefantes y los humanos, entre otros. Normalmente las especies que se hallan en riesgo de extinción pertenecen a este género de estrategia de supervivencia. Entre los peces, los cartilaginosos (elasmobranquios) como las rayas o los tiburones tiene un comportamiento ‘k’.
Semelparidad en frente de iteroparidad
La fertilidad es la capacidad reproductiva de un organismo, el número de descendientes que es capaz de producir. Existen algunas especies que solo se reproducen una vez -semelparidad- y otras que se reproducen múltiples veces –iteroparidad-.
El palabra semelparidad fue acuñado por el biólogo Lamont Cole y procede del latín ‘semel’ que significa ‘una sola vez’ y ‘pario’, engendrar. Entre los animales semelparos hallamos muchos insectos, ciertas especies de mariposas, arácnidos y ciertos moluscos.
Tal vez el caso más conocido sea el del salmón del Pacífico (Oncorhynchus spp) que vive a lo largo de muchos años en el océano ya antes de nadar cara la corriente de agua dulce de su nacimiento, desove y muerte. Y es que tras nadar una gran distancia este salmón emplea su energía en la reproducción.
Por su lado, iteroparidad procede de latín ‘itero’, reiterar. Entre los animales iteróparos están las aves, la mayor parte de los reptiles y peces, y los humanos.
Pedro Gargantilla es médico internista del Centro de salud de El Escorial (la capital española) y autor de múltiples libros de divulgación