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El cráneo de Beethoven regresa a Viena después de 160 años de su exhumación

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Paul Kaufmann devuelve los restos del cráneo de Beethoven a Viena

El empresario estadounidense Paul Kaufmann ha hecho una donación histórica al devolver los fragmentos del cráneo de Ludwig van Beethoven a su lugar de origen en Viena. En una emotiva ceremonia en el Josephium, Kaufmann expresó su privilegio al poder devolver los restos del genio de la música a donde pertenecen.

Durante décadas, los fragmentos, los más grandes provenientes de la región del occipucio y de la región frontal derecha, habían permanecido en posesión de la familia de Kaufmann, quienes tuvieron que huir del terror nazi. Estos fragmentos fueron adquiridos en 1863 por el tío abuelo de Kaufmann, Franz Romeo Seligmann, un médico y antropólogo vienés, durante el estudio de los restos del compositor.

Una investigación histórica en la Universidad de Medicina de Viena

Ahora, los fragmentos del cráneo no solo regresan a «casa, donde descansa Beethoven», sino que también serán objeto de investigación en la Universidad de Medicina de Viena, utilizando las herramientas más modernas que la tecnología permite. El objetivo de Viena es finalmente descubrir cómo murió el músico más valorado de la ciudad.

La salud en declive de Beethoven y las especulaciones sobre su muerte

Durante su estancia en Gneixendorf en 1826, la salud de Beethoven empezó a deteriorarse. Su hermano Nikolaus Johann recordaría más tarde que el compositor solo comía huevos pasados por agua en el almuerzo, pero bebía grandes cantidades de vino, lo que resultaba en frecuentes episodios de diarrea. Su vientre se hinchaba y llevaba tiempo vendado. Además, sufría de edemas en los pies, sed intensa, dolores de estómago y pérdida de apetito.

Beethoven regresó a Viena enfermo y en un viejo carro abierto. Luchando contra una tos seca, sed intensa y fuertes dolores, bebía agua helada en grandes cantidades. En una carta escrita el 20 de marzo de 1827, el compositor expresó su certeza de que pronto moriría. Según la leyenda, el 23 de marzo dejó escrito: «Comedia finita est».

Desde su muerte a los 56 años, se han llevado a cabo numerosos estudios y especulaciones sobre las causas de su muerte, pero no se ha logrado determinar una patología sistémica.

Las teorías sobre el envenenamiento de Beethoven

En 2005, el Centro de Tratamiento Pfeiffer de Warrenville en Illinois reveló altas concentraciones de plomo en un mechón de cabello y un fragmento del cráneo de Beethoven, lo que respaldó la hipótesis de un posible envenenamiento. Se cree que el compositor podría haber bebido agua contaminada con plomo de un arroyo rural que se creía tenía propiedades curativas. Otra teoría sugiere que ingirió plomo de los vasos en los que solía beber.

Sin embargo, mucho antes de eso, en 1863, se realizó un primer intento científico de investigar la muerte de Beethoven, en el que participó Franz Romeo Seligmann, quien posteriormente guardó los fragmentos del cráneo en una caja de seguridad. En 1990, Kaufmann heredó estos fragmentos, los cuales se encontraban en la caja fuerte de un banco en la Costa Azul francesa.

El agradecimiento por la donación y el cumplimiento de los deseos del compositor

El rector Markus Müller ha expresado su agradecimiento por la generosa donación de los restos del cráneo de Beethoven. Según él, además del interés histórico, es fundamental abordar el manejo ético de los restos humanos. Bajo esta perspectiva, se busca encontrar un equilibrio entre el interés público comprensible y el respeto por la persona fallecida.

Johann Adam Schmidt, uno de los médicos personales de Beethoven, también fue profesor en el Josephinum. El propio compositor deseaba que su enfermedad fuera examinada después de su muerte, por lo que la ciudad de Viena considera que se están cumpliendo los deseos del genio de la música.

Continuando las investigaciones sobre la muerte de Beethoven

En una carta dirigida a sus hermanos en 1802, Beethoven expresó su deseo de que su enfermedad fuera descrita y hecha pública después de su muerte. Tras realizar un primer examen de los restos, el patólogo forense Christian Reiter considera creíble su autenticidad, aunque algunos científicos en Estados Unidos han expresado dudas al respecto.

Reiter destaca la coincidencia exacta en forma y ranuras de sierra entre los fragmentos y el molde de yeso del cráneo realizado en 1863, que se encuentra en el Narrenturm del Museo de Historia Natural de Viena. Además, los fragmentos muestran una alta concentración de plomo que coincide con análisis previos.

En caso de ser necesario, se llevará a cabo una nueva medición en Viena utilizando tecnología de punta para confirmar definitivamente la identidad de los restos del cráneo de Beethoven.

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