Hace unos sesenta y seis millones de años, un asteroide de unos doce quilómetros de longitud se estrelló contra lo que el día de hoy es la Península del Yucatán, en México. El estremecedor impacto, equivalente a diez millones de bombas nucleares como la de Hiroshima, provocó la desaparición del setenta y cinco por ciento de la vida existente, incluyendo los dinosaurios no aviares. Hasta el momento, lo estudios que han analizado este acontecimiento vital para la historia de la Tierra se han centrado en escalas de tiempo milenarias, sin poder detallar exactamente en qué instante del año sucedió. Mas estudiosos europeos pueden haber hilado más fino. El análisis de los peces que murieron en masa a lo largo de la primera hora tras el impacto sugiere que el fin de la era Mesozoica ocurrió en primavera. El estudio aparece publicado este miércoles en la gaceta ‘Nature’.
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Los estudiosos de las universidades de Uppsala (Suecia) y la Libre de Ámsterdam y Bruselas estudiaron los restos de esturiones y peces espátula encontrados en un depósito del Cretácico Superior en la localidad de Tanis, en Dakota del Norte (EE.UU.). Estos peces fueron víctimas directas del meteorito. El impacto sacudió la placa continental. Decenas y decenas de minutos después, unas enormes olas en ríos y lagos llamadas seiches movieron enormes volúmenes de sedimento que tragaron a peces, bivalvos y moluscos extintos. Quedaron sepultados vivos.
Un pez espátula del río Tanis, ya antes de escanear en el ESRFMuerte instantánea
Los peces de Tanis se preservaron de forma prístina, aun con tejidos blandos, y sus espinas prácticamente no mostraban signos de perturbación geoquímica. Los refulgentes rayos X del Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón (ESRF) en Grenoble (Francia) confirmaron que las esferas de impacto aún estaban atrapadas en sus branquias, mas no en parte alguna más abajo del sistema digestible, lo que sugiere una muerte prácticamente instantánea.
De forma muy afín a lo que sucede con los anillos de los árboles, las espinas de los peces preservan registros de desarrollo inalterados desde el desarrollo embrionario hasta la muerte. Una nueva capa medra todos los años en el exterior del hueso. Estos anillos «no solo reflejan la historia de vida de los peces, sino más bien asimismo la última estacionalidad del Cretácido y, por tanto, la época en la que ocurrió la extinción catastrófica», asevera Jeroen van der Lubbe, de la Universidad Libre de Ámsterdam.
Esa información, sumada a una línea auxiliar de patentiza proporcionada por la distribución, formas y tamaños de las células óseas, que asimismo oscilan con las estaciones, descubrió que los peces murieron en primavera. Además de esto, uno de los peces espátula estudiados se sometió a un análisis de isótopos de carbono estables para enseñar su patrón de nutrición anual. La disponibilidad de zooplancton, su presa preferida, fluctuaba estacionalmente y alcanzaba su punto máximo entre la primavera y el verano. Ya antes de fallecer, este poco afortunado ejemplar aún no había llegado al clímax de la época de nutrición.
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El beneficio del otoño austral
A lo largo de la última edad del Cretácico, el tiempo de la presente Dakota del Norte tenía 4 estaciones que han sido documentadas en registros de los anillos de los árboles recuperados de otros yacimientos. En invierno, las temperaturas fluctuaban entre los cuatro grados y los seis grados , al paso que en verano el promedio era de diecinueve grados .
El instante del impacto desastroso habría coincidido con una etapa particularmente sensible para las muchas especies del hemisferio norte que se reproducían y tenían descendencia a lo largo de la primavera. Animales con tiempos de incubación más prolongados, como los pterosaurios y la mayor parte de los dinosaurios, eran probablemente más frágiles a cambios ambientales repentinos.
No obstante, los ecosistemas del hemisferio sur, que fueron golpeados a lo largo del otoño austral, se recobraron hasta el doble de veloz que los del norte. Por servirnos de un ejemplo, el cobijo subterráneo probablemente contribuyó a la supervivencia del cinodonte, que pertenece al conjunto que dio origen a los mamíferos. De igual manera, los incendios forestales a gran escala a través del hemisferio sur pudieron haber sido eludidos por los mamíferos en hibernación que estaban cobijados en madrigueras ya antes del invierno austral.
Otros modos de latencia estacional o bien sopor, que hoy día practican diferentes mamíferos y determinados anfibios, aves y cocodrilos, podrían haber facilitado una mayor supervivencia bajo tierra. «Nuestros resultados van a ayudar a descubrir por qué razón la mayor parte de los dinosaurios se extinguieron al paso que las aves y los primeros mamíferos consiguieron evadir la extinción», concluye Melanie During, de la Universidad de Uppsala.