Las Memorias del Toreo de Autor: Una historia de pasión y encanto en la arena
**Parte I: El arte del toreo bajo la mirada del autor**
En la arena, el sol brillaba con fuerza mientras los espectadores esperaban con ansias presenciar una faena legendaria. Era un día donde la eternidad se mezclaba con la magia del cine, creando una combinación única en aquel lance. La inspiradora novela de Michael Ende había cobrado vida en forma de película, pero lo que realmente allí se rodaba iba más allá del cine convencional. Era obra de un autor, de alguien que ponía su corazón y alma en cada fotograma, de alguien como Juan, quien dirigía la cinta con la mirada atenta de Ortega.
**Parte II: Cuando el arte del toreo se encuentra con Hollywood**
El toreo, una expresión artística en sí misma, es comparada por muchos con el cine de autor. José Luis Garci, un renombrado director, describe el toreo como un acto de autoría, donde cada matador deja su huella personal en el ruedo. Es como aquel trianero que, una vez actor, encontró su lugar en el glamuroso Hollywood, irradiando el porte y elegancia de un Cary Grant en ‘Historias de Filadelfia’. Mientras aquel actor miraba a Katharine Hepburn con admiración, Ortega fijaba su atención en el toro del Pilar, seductor en su capote.
**Parte III: Más allá de la etiqueta diplomática**
El tópico del traje diplomático quedaba relegado en esta historia de pasión y valentía. El rosa palo y el oro se convertían en los colores protagonistas, simbolizando la valentía y la elegancia de un verdadero héroe de la tauromaquia. Sin limitarse a etiquetas y formalidades, el toreo de autor se desplegaba con audacia y profesionalismo en una comunión perfecta con la madre del toreo de capa.
**Epílogo: Un legado que trasciende el tiempo**
La verónica de las seis y cuarto se convirtió en algo más que una simple película. Fue la representación de un arte ancestral, de una pasión que trasciende las barreras del tiempo. El toreo de autor, creado con amor y dedicación, perdurará en la memoria colectiva de aquellos que tuvieron el privilegio de presenciarlo. Y así, cada vez que se alce el telón en la arena y comience el baile entre hombre y toro, recordaremos que el arte, ya sea en el cine o en la tauromaquia, siempre será una expresión única y eterna.