El gusto por lo dulce: una cuestión de supervivencia
No es ningún misterio que a los humanos nos encanta la comida. Sin embargo, cada uno tiene sus preferencias: algunos prefieren lo dulce, mientras que otros se inclinan más hacia lo salado. Pero lo cierto es que el Homo sapiens nace con un gusto innato por lo dulce: instintivamente anhelamos el azúcar. Este deseo puede estar relacionado con el papel fundamental que los carbohidratos desempeñan en nuestra supervivencia, ya que son el combustible de las células de nuestro sistema nervioso.
El cerebro y su atracción hacia los carbohidratos
Desde un punto de vista científico, hay diversas razones por las cuales nuestro organismo tiende a preferir alimentos ricos en carbohidratos. El estrés, por ejemplo, puede provocar que nuestro cerebro consuma más glucosa. Del mismo modo, períodos de ayuno prolongado o dietas restrictivas pueden hacer que nuestro cuerpo busque fuentes de energía rápida. Además, cuando consumimos glucosa, el sistema de recompensa de nuestro cerebro se activa y libera dopamina, un neurotransmisor que busca fomentar la repetición de ese comportamiento, similar a lo que ocurre con las drogas.
El misterio de la fructosa
Por otro lado, la fructosa, otro tipo de azúcar presente en muchos alimentos, parece no tener el mismo efecto en nuestro organismo. Investigadores de la Universidad de Yale demostraron que la glucosa tiene la capacidad de suprimir la parte del cerebro que nos incita a comer, mientras que la fructosa no. Además, se ha observado que los alimentos y bebidas endulzados con fructosa no provocan la misma sensación de saciedad que aquellos que contienen la misma cantidad de calorías. Esto plantea interrogantes acerca del poder adictivo de los diferentes tipos de azúcar.
¿Qué hace que una sustancia sea adictiva?
Para comprender si una sustancia es adictiva, debemos tener en cuenta ciertos parámetros. Según el Manual Estadístico y de Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM-5) de la Asociación Americana de Psiquiatría, una sustancia se considera adictiva si se cumple alguno de los siguientes criterios: un fuerte deseo de consumirla, un consumo continuado a pesar de las consecuencias, la incapacidad de abandonar el consumo, la tolerancia que lleva a incrementar la dosis y los síntomas de abstinencia. Estos factores están relacionados con diferentes áreas cerebrales que controlan la toma de decisiones, el aprendizaje, la memoria, el comportamiento y el sistema de recompensa.
El azúcar como sustancia adictiva
Si nos fijamos en el azúcar, podemos ver que es un disacárido compuesto por glucosa y fructosa. El consumo excesivo de azúcar puede acarrear problemas de salud como obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y cáncer. La Organización Mundial de la Salud recomienda que el consumo de azúcar no supere el 10% de la ingesta calórica diaria total, e incluso sugiere beneficios adicionales si este se reduce al 5%. Experimentos realizados en animales de laboratorio han demostrado que estos también muestran un comportamiento compulsivo hacia el azúcar, aumentando gradualmente su consumo. Además, experimentan síntomas similares a los de un adicto cuando se les priva de azúcar. Esto evidencia que el azúcar puede generar adicción, al igual que la nicotina.
Conclusiones
Los estudios realizados hasta ahora sugieren que el gusto por lo dulce es una respuesta innata en los seres humanos, debido a la importancia de los carbohidratos en nuestra supervivencia. Sin embargo, el abuso de azúcares puede llevar a problemas de salud y generar adicción. Es fundamental tomar conciencia de los riesgos asociados al consumo excesivo de azúcar y buscar alternativas más saludables para satisfacer nuestro gusto por lo dulce.