¿Cuál es el nivel de inmunidad preciso para resguardarnos frente al coronavirus? ¿Cuántas dosis van a ser precisas? «Cada dosis de vacuna forma un estímulo que fuerza al sistema inmune a generar más anticuerpos y más linfocitos concretos frente al virus», explica Rafael Correa Rocha, del Laboratorio de Inmuno-regulación Centro de salud Gregorio Marañón de la capital española.
Mas la cuestión es, apunta, «hasta que punto es preciso acrecentar esa inmunidad o bien si una estimulación excesiva pudiese ser contraproducente al generar un agotamiento de la capacidad del sistema inmune para producir esas contestaciones o bien comprometiendo la inmunidad en frente de otros patógenos».
Tal como señala la Sociedad De España de Inmunología (SEI), asevera, «no por dar una y otra dosis hasta el infinito, sin espaciamiento de tiempo, vamos a lograr una mejor protección».
Asegura este estudioso que «los individuos que se inficionan con la variación Ómicron van a producir una inmunidad auxiliar afín a la de percibir una dosis de vacuna, con lo que ese nivel de protección adquirido al inficionarse seguramente hace superflua una dosis de refuerzo en un periodo de múltiples meses».
Además de esto, apunta este inmunólogo, la eficiencia de una vacuna en el momento de producir inmunidad depende de muchos factores: «individuales, como sus peculiaridades genéticas, la capacidad de su sistema inmune de contestar al estímulo de la vacuna, que puede por su parte verse influida por factores como el sobrepeso, tabaquismo, etc.».
Los individuos que se inficionan con la variación Ómicron van a producir una inmunidad auxiliar afín a la de percibir una dosis de vacuna
Otro factor muy relevante es la edad. En los pequeños, señala, «su sistema inmune tiene una enorme plasticidad y capacidad de contestación, siendo un sistema en proceso de maduración y aprendizaje, al tiempo que los ancianos esta capacidad de contestación está más mermada. Por todo ello, una misma dosis de vacuna va a inducir una inmunidad y una protección muy diferente conforme el individuo».
De esta manera, comenta, «es muy posible que la magnitud de la inmunidad y la memoria inmunológica generada en pequeños les proporcione un elevado nivel de protección que tal vez (se requieren estudios para aclararlo) hace superfluas las dosis de refuerzo».
Un caso de esto es que la inmunidad generada en la niñez en frente de enfermedades como el sarampión o bien la varicela pervive en el tiempo y raras veces es preciso acrecentar la memoria inmunológica con dosis de refuerzo, apunta, «mientras que, en un individuo anciano, o bien población de peligro donde la capacidad de contestación inmunológica está mermada, seguramente sean más precisas las dosis de refuerzo, para poder sostener un umbral de protección adecuado».
Una misma dosis de vacuna va a inducir una inmunidad y una protección muy diferente conforme el individuo
Mas aparte de los factores inherentes a la heterogenidad entre individuos, «la inmunidad generada va a ser aproximadamente eficiente conforme las peculiaridades del virus y su tasa de mutación y de transmisión».
De este modo, explica, la inmunidad concreta generada merced a una vacunación o bien una exposición espontanea al virus se va a mostrar poco eficiente si el virus ha mutado y las dianas a las que iba dirigida esa contestación inmunológica han alterado.
Como ocurre con la gripe, «si el virus cambia y una nueva cepa es diferente a la precedente la inmunidad generada frente al virus anterior no será capaz de reconocer y supervisar al nuevo virus, puesto que las moléculas que reconocía como dianas ya no están o bien no son iguales en el nuevo virus».
Correa ha ordenado al lado de Marjorie Pion una investigación para valorar cuantos días tarda en producirse esta memoria inmunológica protectora tras llenar la pauta de vacunación de 2 dosis (Pfizer/Biontech y Moderna). Los estudiosos estudiaron la contestación inmunológica a la vacuna en voluntarios del propio centro de salud midiendo la contestación celular a 3, 7 y 14 días tras la vacunación.
Los resultados, publicados en «Frontiers Immunology», muestran que el nivel máximo de protección con la vacuna de Pfizer- Biontech no se alcanza hasta 7 días tras percibir la segunda dosis y, en el caso de la vacuna de Moderna, el nivel de contestación celular generado es superior al producido por la de Pfizer, mas el máximo nivel de protección no se alcanza hasta catorce días después.
«Lo que sí se ha visto, y esto justifica el que se está administrando la tercera dosis, es que la memoria inmunológica con el tiempo va reduciendo tras percibir las segundas dosis. Y esta tercera dosis se ha probado que vuelve a acrecentar esa reserva inmunológica o bien inmunidad».
Mas otra gran incógnita es ¿cuál es el nivel que hay que sostener para estar protegidos? No sabemos, afirma Correa, «si ese nivel es mil o bien es cien. Por consiguiente la tercera dosis va a generar beneficios o bien va a aumentar inmunidad, mas no sabemos si serán precisas consecutivas dosis o bien alcanzando un nivel, si bien sea bajo de inmunidad, podemos estar protegidos en un largo plazo, como ocurre con otras vacunas en las que una sola dosis es suficiente, puesto que para a lo largo de muchos años el no tener que dar dosis de recuerdo».
¿Cuál es el nivel que hay que sostener para estar protegidos? No sabemos, si ese nivel es mil o bien de cien
A Dios gracias, concluye, «estamos viendo que las vacunas son eficientes y se ha reducido drásticamente los fallecimientos o bien las dificultades clínicas entre la población vacunada, merced a que esa inmunidad inducida por la vacuna es capaz de supervisar de forma considerablemente más eficiente la infección. La contestación a si se precisarán más dosis de refuerzo la van a dar los estudios en curso que determinen que nivel de memoria inmunológica hay que sostener para asegurar la protección. Con estos datos se va a poder determinar con mayor especificidad que campos de la población o bien qué individuos precisan dosis de refuerzo y en cuales no son necesarias».
Para Correa, «una estrategia más eficiente para supervisar mejor la epidemia a nivel global sería asegurar primero la vacunación con pautas completas en el mayor número de países y en la totalidad del territorio, ya antes que proponer consecutivas dosis periódicas sin contar con incluso de la información suficiente para establecer si son indispensables para asegurar la protección que confieren».