‘Por qué importa Sinatra ‘, mantiene Pete Hamill desde el título de su perfil de ciento setenta y nueve páginas sobre ‘La Voz’. El afamado escritor de ‘A Drinking Life’, miembro de la generación áurea del Nuevo Periodismo de Tom Wolfe o Gay Talese , coprotagonista al lado de Jimmy Breslin de un reportaje en HBO y, como todos, cooperador de ‘The New Yorker’, sintetiza en el parágrafo final por qué importa el vocalista de ‘My Way’. Y por qué le importa tanto a él, claro. Recién editado por Libros del Kultrum en España, mas desde mil novecientos noventa y ocho en U.S.A., se trata de una historia amorosa que, como afirmó D. T. Max , siempre y en todo momento es una historia de espectros. Dos hombres y dos destinos, observador y observado, la cuántica y la fallecida, ya los dos más allí, y el humo del tabaco con su nebulosa. Sinatra y Hamill fueron amiguetes, una relación bonita en la que hay hondura y errancia, alcohol y entendimiento. Nueva Relacionada estandar Si Los noventa años de Quincy Jones, el gánster que se transformó en el Mago de Oz de la música Nacho Serrano Si bien con la salud maltrecha, el productor de ‘Thriller’ y directivo de la orquesta de Sinatra va a ser este martes un nonagenario de historia de leyenda El ‘crooner’ tuvo debacles. Tras la Segunda Guerra Mundial perdió público y los soldados le desdeñaban por evitar el servicio militar. Aparte, su matrimonio con Nancy se desintegró mientras que se enamoraba vehementemente de Ava Gardner , con la que se casó tras su divorcio, bebiéndose el planeta ‘all around the world’ con intentos de suicidios «para impresionarla». Apalizó a cronistas, que jamás suma. Y le asociaron con la Mafia (si bien es absurdo meditar que le hicieron estrella: «Habrían fabricado doscientas más»). Asimismo ganó un Oscar y fue canallita del ‘Rat Pack’. Mas esto no es verdaderamente lo que importa. Su muerte el catorce de mayo de mil novecientos noventa y ocho fue nueva mundial. Sinatra era uno de aquellos en los que su arte tal vez fuera eclipsado por su vida (ojo cuidado, Julio Iglesias). Barítono de tabaco y whisky, el perfil de Hamill empieza con los dos en un bar neoyorkino a media noche en mil novecientos setenta discutiendo si fue más grande Hemingway o Scott Fitzgerald. En la rocola sonaba ‘Don’t Worry About Me’, y el camarero trajo otra ronda y ceniceros limpios. Brota otra duda: ¿quién es el peor estadounidense vivo? Sinatra deseaba que Hamill le escribiera su biografía , solo lo hizo cuando murió. El vocalista acá es «un hombre densamente formado por contradicciones». Bogart , su héroe, dieciseis años mayor, afirmó que «la idea que Sinatra tiene del paraíso es un sitio donde hay muchas mujeres y ni un periodista». Hamill apunta: «Él no lo sabe, mas le iría mejor si fuera al revés». El arte de Sinatra, además de sus películas, son mil trescientos siete grabaciones que efectuó de mil novecientos treinta y nueve a mil novecientos noventa y cinco. ¡Qué durar! Émulo inconsciente de Jay Gatsby , elusivo aun para sí mismo, Ojos Azules importa por su música, no tanto por sus interpretaciones, cree Hamill. Y asimismo por su vida. El de Hoboken es el héroe, al lado de Joe Di Maggio y el regidor de la ciudad de Nueva York, Fiorello La Guarda , del cambio de visión de los italoamericanos en E.U.. Asimismo importa por el hecho de que supo filtrar la ternura sin parar de ser masculino, «perfeccionó el papel de Tipo Tierno Rudo legándolo a múltiples generaciones de estadounidenses. Ese arquetipo no existía ya antes de él en la cultura pop americana». Y prácticamente no ocurre, pues le creyeron fallecido al nacer. Usaron un fórceps para extraer torpemente su cabeza de bebé, dejándole cicatrices permanentes en la cara, el cuello y las orejas. Su madre, Dolly, se negó a engendrar más. Como hijo único, de casualidad el tema básico de su discografía es la soledad. «Lo mejor de su obra ocurre a medianoche, cuando le afirma al camarero que son las 3 menos cuarto y ya no hay ninguna persona más en el sitio salvo y yo». «Me casé todas y cada una de las veces con exactamente la misma mujer», confiesa el mito. Esas 4 mujeres, una mezcla de madre y padre. El vocalista más durable de la era de las grandes bandas se hizo renombrado cuando las mujeres, con los hombres en guerra, llegaron a sus brazos. Era el Amante. Entonces cayó y se levantó, tras el ‘Ava Gardner Gate’, como el Hombre del Sombrero. Terminó agradando más a los hombres, asociado con el ligero y excelente arreglista Nelson Riddle, y una voz más honda y rica cantando baladas sobre despecho en donde «a pesar del abandono y la derrota, era capaz de subsistir la noche». En este singular texto , Hamill, que recuerda una noche en mil novecientos setenta y cuatro recorriendo N. York en limusina al lado de Sinatra («Cómo ha alterado esta urbe. Ya antes era una enorme y bella mujer. Ahora es como una puta lastimada», afirma ‘La Voz’), explica específicamente por qué importa su amigo: «Se encaró al fanatismo y cambió la forma de meditar de bastante gente sobre la inmigración. Y nos hizo a muchos sabios del amor y la soledad. Y aún proseguía procurando entender de qué se trataba todo esto. Sus imperfecciones eran desconcertantes. Sus atrocidades, inexcusables. Mas era un artista auténtico. Y su obra pervivirá mientras que los hombres y las mujeres sean capaces de percibir, sopesar y sentir».