CulturaSon los tiempos

Son los tiempos

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Las dos personas normales hacen tiempo en una tienda de discos utilizados del centro, buceando entre cedés y vinilos de zarzuela a un euro que absolutamente nadie comprará. Se entretienen recordando de qué manera era pasar de portada en primera plana, de título en título, con las yemas de los dedos. —¿Ves algo? —¿De qué forma? —Que si ves algo. —Algo veo. Son discos todos. No me suena prácticamente ninguno, eso sí. —Ni a mí. —Qué bonito cuando los discos eran grandes, ¿eh? Qué gusto. Qué bien se veía todo. Qué caras más bien puestas, ya no se hacen igual. —Son los tiempos. —Eso sí. —Mira. «Evita». —Hombre, «Evita». Me agradaba a mí mucho «Evita». ¿Está en castellano o en inglés? —En de España, supongo, ¿no ves que son dos discos? Si no, sería mucho rato de inglés, ¿no? Espera, que te lo miro… —A ver. La segunda persona normal trata de ajustar la distancia desde la que puede leer el texto. —Pues es en inglés, semeja. No se comprenden bien los títulos. —Entonces es inglés seguro. Es que allá asimismo la hicieron, me semeja. Con la Paloma San Basilio de allá. —Ah, ya. Como tuvo tanto éxito… —Y con Jesucristo Superstar, lo mismo. —Muy buena asimismo. —Buenísima. La hicieron primero acá, y, como se hizo conocida la de «Libre», entonces la hizo ya Camilo Sesto allá. —¿La de «Libre» no era otra? —No, no, era esa. Que la cantaba Jesucristo por la mañana, recuerdo. —Yo recuerdo de la de Angelita Carrá, que ya no recuerdo de de qué forma era, mas se cantaba mucho en misa. —Muy guapa esa muchacha, ¿no? ¿Dónde andará? —Estará en México, seguro, haciendo novelas, o algo. O casada con un millonario de allá. —¿En México, crees? ¿Era de México? —O de C. Rica, era. —¿No es exactamente lo mismo? —Yo creo que no. Yo creo que México no tiene mar, ¿no? O igual sí. —Una laguna, creo que tiene. —Ah, sí. Eso era. Las dos personas normales cambian de tablero. Se brincan la sección de tradicional y vuelven a darle a los dedos: flap, flap, flap… La primera persona normal extrae un disco de la fila y lo hace virar con las palmas (hay cosas que no se olvidan). —Mira, Serrat. —Muy bueno. —Este lo tenía yo. —Este lo teníamos todos. —Qué bueno era Serrat, ¿no? —Muy bueno. Ya antes cantaba en catalán, me semeja. Se llamaba Sisa. Mas entonces se lo prohibieron, creo. —Es que ya antes lo doblaban todo. —Me semeja que estaba casado con Massiel. —Ah, sí, eso era. Que deseaba cantar el «La, la, la» en catalán y se la cantó , que se la sabía en castellano. —¿Y de qué forma es «la, la, la» en catalán? —Pues con la ele esa que hacen los catalanes, va a ser. Va a ser asimismo «la, la, la», mas tal y como si lo afirmara Saza. —Muy bueno Saza, ¿eh? —Muy bueno. Sazatornil no cantaba, ¿no? —Yo creo que no. —Como ya antes cantaban todos… A fin de que hubiese libertad… —Como Jesucristo por la mañana. —Igual. Las dos personas normales se percatan de que mezclan cosas, mas no les importa mucho, les agrada el calorcito que da volver a tiempos más simples, si bien sean inventados. —Pues afirmas , mas el que me agradaba a mí era Aute. —Normal. Buenísimo asimismo. Mas no cantaba en catalán, ¿no? —Igual al comienzo sí, cuando era Sisa, mas entonces no. Aute era el que había en la capital española. Había uno en todos y cada lugar, me semeja. Víctor Manuel era el gallego y el minero. Y así. —¿No era matador? —No, era minero. —Me sonaba a mí que era picador. —Pues no, era minero. Ya no hay canciones así. Ya no hay música como la de ya antes, como digo . Mira «Mediterráneo». Que está repleta de metáforas. —Pero esa era de Serrat, ¿no? —Sí, sí. Tras ser Sisa, creo. Se termina de retirar, ¿no lo has oído? Lo afirmaron en la tele. —¿Ya no le dejan cantar? ¿Ha vuelto a hacerlo en catalán? —No, no, sí que le dejan. Y ya antes. Mira la de Paraulas damor. —Ah, sí. Me la sabía yo esa. No sabía lo que afirmaba. —Ni , mas qué bonita. «Tamastimata», decía yo. -Yo, semejante. —Ha querido dejarlo en alto, creo. Llenando el Gran Estadio de no sé qué estadio era, que fue el presidente y todo. Tal y como si fuera Messi. —Es que es muy, muy bueno, Serrat. A mí me agradaba la de los bajos. —Buenísima esa. —Y la del maniquí que deseaba ser un pequeño de veras. Que rompía el escaparate. —Me suena, sí. —Qué bien que aún hagan discos, ¿eh? Y qué económicos que están. Estoy por adquirirme uno. —Pero ¿tienes giradiscos? —Yo no. ¿Hace falta? —Pues para oírlo sí. Mas si lo que buscas es tenerlo… —Es por tenerlo, sí. Por tenerlo con la cara así, grande, de joven. Con las patillas y todo. —Es que es realmente bonito, el disco. Con el mar en el fondo. ¿Qué mar va a ser? —Ni idea. Va a ser uno de los de acá. El que haya en Barna. ¿No lo pone? —Igual es una laguna. —Pues igual sí.

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